Mucho tiempo me perdí, entre uno y otro amor, me olvidé del más importante… Mi amor por mí. No, no digo que me odiara; no digo que no me quisiera tampoco. Simplemente digo que me olvidé de mí.
Me preocupé por hacer sonreír a otros, pero me olvidé de hacerme sonreír. Me olvidé de alimentar mi felicidad, de hacer las cosas que hacen arder a mi corazón, esas cosas que me mueven y me hacen ser yo misma totalmente.
Y tuve que caerme, tuvo que dolerme demasiado para darme cuenta. Tuve que experimentar la separación de personas importantes para darme cuenta de que, por ellas, me había dejado a un lado. Y no, eso de ninguna manera está bien; no importa cuánto quieras a alguien, nunca será suficiente para ponerte en segundo lugar.
Después de todo, ¿qué puedes ofrecerle a los demás? Únicamente lo que hay dentro de ti, entonces no, por ningún motivo te permitas perderte.
No digo que seamos egoístas o nos alejemos de toda la gente, pero es necesario aprender a balancear entre el tiempo que le otorgamos a nuestros amigos, familiares e incluso a nuestras responsabilidades; dentro de todo, también necesitamos otorgarnos un tiempo a nosotros mismos, no es menos importante, aunque muchas veces lo dejemos en el último plano. Al contrario, precisamos de convertirlo en una de nuestras prioridades.
Pasar tiempo de calidad con uno mismo, es delicioso; no se requiere de hacer nada extraordinario y la recompensa es bastante grata. Simplemente encuentra un espacio en tu día a día para realizar aquellas actividades que hace mucho tiempo dejaste atrás porque la jornada no era lo suficientemente larga y no te alcanzaba más que para trabajar o estudiar; recuerda qué era eso que realmente te apasionaba y hace tanto que no realizas.
Tómate el tiempo y hazlo.
Y si nunca lo has tenido, si ni siquiera has descubierto qué te gusta tanto que podría llenarte, qué te gusta hacer solo o cómo puedes descubrirte y conocerte, intenta cosas nuevas; encuéntralo.
Si hay algo que siempre has querido intentar, no lo sé, tocar un instrumento, escribir, bailar o cantar… O cualquier otra cosa que se te ocurra, sencillamente haz a un lado cualquier barrera que se interponga y comienza a intentarlo.
Por mi parte, siempre he querido escribir y, bueno, fue en una de tantas caídas que comencé a hacerlo. Pero no importa el motivo, tampoco importa que seas el mejor haciéndolo, sino que te atrevas y lo intentes; al final, nadie obtendrá mayor recompensa que tú mismo.
Date la oportunidad de enamorarte.
Me preocupé por hacer sonreír a otros, pero me olvidé de hacerme sonreír. Me olvidé de alimentar mi felicidad, de hacer las cosas que hacen arder a mi corazón, esas cosas que me mueven y me hacen ser yo misma totalmente.
Y tuve que caerme, tuvo que dolerme demasiado para darme cuenta. Tuve que experimentar la separación de personas importantes para darme cuenta de que, por ellas, me había dejado a un lado. Y no, eso de ninguna manera está bien; no importa cuánto quieras a alguien, nunca será suficiente para ponerte en segundo lugar.
Después de todo, ¿qué puedes ofrecerle a los demás? Únicamente lo que hay dentro de ti, entonces no, por ningún motivo te permitas perderte.
No digo que seamos egoístas o nos alejemos de toda la gente, pero es necesario aprender a balancear entre el tiempo que le otorgamos a nuestros amigos, familiares e incluso a nuestras responsabilidades; dentro de todo, también necesitamos otorgarnos un tiempo a nosotros mismos, no es menos importante, aunque muchas veces lo dejemos en el último plano. Al contrario, precisamos de convertirlo en una de nuestras prioridades.
Pasar tiempo de calidad con uno mismo, es delicioso; no se requiere de hacer nada extraordinario y la recompensa es bastante grata. Simplemente encuentra un espacio en tu día a día para realizar aquellas actividades que hace mucho tiempo dejaste atrás porque la jornada no era lo suficientemente larga y no te alcanzaba más que para trabajar o estudiar; recuerda qué era eso que realmente te apasionaba y hace tanto que no realizas.
Tómate el tiempo y hazlo.
Y si nunca lo has tenido, si ni siquiera has descubierto qué te gusta tanto que podría llenarte, qué te gusta hacer solo o cómo puedes descubrirte y conocerte, intenta cosas nuevas; encuéntralo.
Si hay algo que siempre has querido intentar, no lo sé, tocar un instrumento, escribir, bailar o cantar… O cualquier otra cosa que se te ocurra, sencillamente haz a un lado cualquier barrera que se interponga y comienza a intentarlo.
Por mi parte, siempre he querido escribir y, bueno, fue en una de tantas caídas que comencé a hacerlo. Pero no importa el motivo, tampoco importa que seas el mejor haciéndolo, sino que te atrevas y lo intentes; al final, nadie obtendrá mayor recompensa que tú mismo.
Date la oportunidad de enamorarte.
De conocerte...
Enamorarte de ti mismo, antes que de cualquier otra persona.
Porque solo entonces, sabrás querer de verdad.
Porque solo entonces, sabrás querer de verdad.
Escrito por: Cecilia Abreu
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