Vivir es una aventura…
Vaya que sí lo es.
Siempre he creído que el ser humano es sorprendente. En verdad, no creo poder limitar tanto en unas cuantas palabras. Cuando nacimos, no teníamos ni la menor idea de todo lo que estaba por venir; en realidad, no éramos conscientes de nada. Pero, ya desde ahí, desde el principio de nuestra existencia, desde nuestra concepción, comenzaba a ocurrir tal fenómeno.
Se me hace indescriptible realmente, el tan “simple” suceso de que dos personas puedan unirse para que un ser nuevo pueda formarse; “simple”... Ni siquiera tiene sentido verlo como si fuera algo sencillo, es algo inexplicable, es emocionante.
En fin, empecé escribiendo una frase “vivir es una aventura”. ¿Qué rayos tiene que ver eso con todo lo que he descrito después? ¡Pues todo!
Desde el principio de nuestra existencia, nuestra aventura comienza. De manera increíble nos formamos dentro del vientre de alguien, nuestra madre; quizás se convertirá en un lazo imposible de igualar.
Conforme crecemos, la maravilla no se extingue, sino que se va acrecentando. Poco a poco, dejamos de depender de nuestros padres, para cosas básicas al principio como alimentarnos, bañarnos y demás; de pronto, ya nos encontramos corriendo y, un día, cuando miras hacia atrás, te das cuenta de que ya no eres más ese niño que necesita de sus papás para vivir, sino que tú mismo eres capaz de crear tu propio camino, que tú mismo has encontrado independencia.
Con esto, por supuesto que no se acaba toda la magia, al contrario, apenas comienza. Ya no son otras personas las que eligen tu camino, eres tú quien decide hacia dónde ir. De pronto, todo se torna más complicado; pero, al mismo tiempo, valoras muchísimo más todo lo que consigues, pues nadie lo hizo por ti, lo obtuviste tú mismo.
Te encuentras con millones de caídas, te golpeas tantas veces y quisieras detener todo el mundo por un instante. Pedir un tiempo fuera. Quieres estar en la banca mirando mientras esperas para estar listo, pero eso es imposible en la vida real; y entonces, necesitas encontrar soluciones, intentar una y otra vez lo que sea necesario, aunque nada ni nadie en el mundo se detenga mientras tú te golpeas. Pero sucede que, de repente, todo vale la pena. Tus esfuerzos dan resultados. En ocasiones, las cosas salen bien y aprendes a valorar, no solamente aquel resultado positivo, sino todo el proceso y el esfuerzo invertido para alcanzarlo.
Te das cuenta de que absolutamente todo, vale la pena; disfrutas plenamente del camino y, gozas por completo de ese instante en que no existe nada más que alegría y paz.
Por eso la vida es maravillosa, porque no se detiene. Porque aunque quieras bajarte del tren por un momento, es imposible y te encuentras con el reto de, aún así, hacerlo lo mejor posible, incluso en las peores circunstancias.
Cuando pasa el tiempo, incluso puedes recordar y darte cuenta de que las que creíste las peores circunstancias, en realidad no eran tan graves.
Vivir es una aventura porque nadie te enseña cómo hacerlo. Nadie sabe en realidad cómo se deberían hacer las cosas, no existe ninguna clase de manual.
Vivir es una aventura porque no existe ninguna clase de manual.
Vivir es una aventura porque no hay una respuesta correcta, tú eliges la respuesta.
Sí, vivir es una aventura maravillosa.
Vaya que sí lo es.
Siempre he creído que el ser humano es sorprendente. En verdad, no creo poder limitar tanto en unas cuantas palabras. Cuando nacimos, no teníamos ni la menor idea de todo lo que estaba por venir; en realidad, no éramos conscientes de nada. Pero, ya desde ahí, desde el principio de nuestra existencia, desde nuestra concepción, comenzaba a ocurrir tal fenómeno.
Se me hace indescriptible realmente, el tan “simple” suceso de que dos personas puedan unirse para que un ser nuevo pueda formarse; “simple”... Ni siquiera tiene sentido verlo como si fuera algo sencillo, es algo inexplicable, es emocionante.
En fin, empecé escribiendo una frase “vivir es una aventura”. ¿Qué rayos tiene que ver eso con todo lo que he descrito después? ¡Pues todo!
Desde el principio de nuestra existencia, nuestra aventura comienza. De manera increíble nos formamos dentro del vientre de alguien, nuestra madre; quizás se convertirá en un lazo imposible de igualar.
Conforme crecemos, la maravilla no se extingue, sino que se va acrecentando. Poco a poco, dejamos de depender de nuestros padres, para cosas básicas al principio como alimentarnos, bañarnos y demás; de pronto, ya nos encontramos corriendo y, un día, cuando miras hacia atrás, te das cuenta de que ya no eres más ese niño que necesita de sus papás para vivir, sino que tú mismo eres capaz de crear tu propio camino, que tú mismo has encontrado independencia.
Con esto, por supuesto que no se acaba toda la magia, al contrario, apenas comienza. Ya no son otras personas las que eligen tu camino, eres tú quien decide hacia dónde ir. De pronto, todo se torna más complicado; pero, al mismo tiempo, valoras muchísimo más todo lo que consigues, pues nadie lo hizo por ti, lo obtuviste tú mismo.
Te encuentras con millones de caídas, te golpeas tantas veces y quisieras detener todo el mundo por un instante. Pedir un tiempo fuera. Quieres estar en la banca mirando mientras esperas para estar listo, pero eso es imposible en la vida real; y entonces, necesitas encontrar soluciones, intentar una y otra vez lo que sea necesario, aunque nada ni nadie en el mundo se detenga mientras tú te golpeas. Pero sucede que, de repente, todo vale la pena. Tus esfuerzos dan resultados. En ocasiones, las cosas salen bien y aprendes a valorar, no solamente aquel resultado positivo, sino todo el proceso y el esfuerzo invertido para alcanzarlo.
Te das cuenta de que absolutamente todo, vale la pena; disfrutas plenamente del camino y, gozas por completo de ese instante en que no existe nada más que alegría y paz.
Por eso la vida es maravillosa, porque no se detiene. Porque aunque quieras bajarte del tren por un momento, es imposible y te encuentras con el reto de, aún así, hacerlo lo mejor posible, incluso en las peores circunstancias.
Cuando pasa el tiempo, incluso puedes recordar y darte cuenta de que las que creíste las peores circunstancias, en realidad no eran tan graves.
Vivir es una aventura porque nadie te enseña cómo hacerlo. Nadie sabe en realidad cómo se deberían hacer las cosas, no existe ninguna clase de manual.
Vivir es una aventura porque no existe ninguna clase de manual.
Vivir es una aventura porque no hay una respuesta correcta, tú eliges la respuesta.
Sí, vivir es una aventura maravillosa.
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