Ella se encontraba sentada con la mirada gacha, con la respiración lenta, pero entrecortada como cuando recién viviste un hecho traumático. Con un pensamiento entre cada suspiro y miles de vagos... y otros lúcidos recuerdos. Lucía un aspecto triste, sombrío. Su mirada hacia abajo lo denotaba. También se le notaba asustada, pero fuerte... Tranquila, como si estuviera acostumbrada a lo que sea que estuviera pasando. No podría describir qué le había sucedido, pero con tan solo mirarla se podían entender todos sus sentimientos, pues los desbordaba. De pronto, por fin, levanta la mirada... Se percata de que se encuentra sentada frente al espejo y se detiene un momento a mirarse. Primero observa y juguetea con su largo y negro cabello, comienza a acercarse lentamente al espejo. Acerca su rostro, concentrándose en mirar la zona de sus ojos, pues ha advertido que las marcas de la edad ya se van haciendo evidentes entre las arrugas que albergan aquellos ojos tristes; cubiertos por las
Pedacitos de mí se describen poco a poco y se van entrelazando como un rompecabezas que me conforma. Me salgo de mi realidad y la siento como si la observara desde fuera, entonces surgen mis letras. Me miro como si alguien más lo hiciera, y entonces, me escribo. Me gusta escribir con sentimientos y pasión, por eso, me agrada mantener mis textos en su primera versión; saliendo del corazón.