Hasta que no arda todo dentro de tu ser,
hasta que no haya una explosión en tu interior...
Hasta que no adviertas que es algo incontrolable,
algo espléndido estallando en tus aurículas y ventrículos.
Hasta que no sientas que se te rompe el pecho,
por el latido tan fuerte con mirar su rostro…
Hasta que no incendie
desde lo más recóndito que hay en ti.
Hasta que no conozcas la noche,
la oscuridad que habita en su espíritu;
hasta que tu día no ilumine a su noche
y su día no ilumine a tu noche…
Hasta que no sea suficiente para tirarte,
para decir que sí;
sin ningún miedo, sin dudar,
sin ver atrás…
Hasta entonces…
Permanece ahí sentado.
hasta que no haya una explosión en tu interior...
Hasta que no adviertas que es algo incontrolable,
algo espléndido estallando en tus aurículas y ventrículos.
Hasta que no sientas que se te rompe el pecho,
por el latido tan fuerte con mirar su rostro…
Hasta que no incendie
desde lo más recóndito que hay en ti.
Hasta que no conozcas la noche,
la oscuridad que habita en su espíritu;
hasta que tu día no ilumine a su noche
y su día no ilumine a tu noche…
Hasta que no sea suficiente para tirarte,
para decir que sí;
sin ningún miedo, sin dudar,
sin ver atrás…
Hasta entonces…
Permanece ahí sentado.
Escrito por: Cecilia Abreu
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