Me encanta caminar. Tomar los audífonos y entrar en otra dimensión. Cantando por el mundo como si nadie pudiera escucharme, incluso haciendo uno que otro baile de vez en cuando... es mi mundo. Voy flotando como si estuviera dentro de una nube, no importa lo que se encuentra alrededor, no importa quién mira o quién escucha… No importa nada O, al menos, eso es lo que me gusta creer. Porque, de pronto, alguien explota mi burbuja y me hace caer. Escucho la voz de un hombre, mirando hacia mí, mientras grita “mi amor”... Trato de ignorarlo y volver al mundo que disfrutaba tanto, ese en el cual solamente nos encontrábamos la música y yo. Continúo caminando. Escuchando. Un tanto menos ensimismada. Vuelvo a disfrutar de la música, ya no tan absorta; pero logro hacerlo. Doy unos cuantos pasos más… Y escucho el claxon de un automóvil; me resisto a mirar, no quiero hacerlo, pero pasa a mi lado y me encuentro con tres hombres mirándome, como si de un plato de
Pedacitos de mí se describen poco a poco y se van entrelazando como un rompecabezas que me conforma. Me salgo de mi realidad y la siento como si la observara desde fuera, entonces surgen mis letras. Me miro como si alguien más lo hiciera, y entonces, me escribo. Me gusta escribir con sentimientos y pasión, por eso, me agrada mantener mis textos en su primera versión; saliendo del corazón.