Los sentimientos simplemente son algo imposible de describir, de definir. No es posible explicar cómo se siente alguien después de una ruptura o al ver a un hijo nacer. Es algo tan genuino, tan intenso, que no es posible delimitarlo con unas cuantas palabras.
Pero aquí me encuentro esta tarde de abril tratando de resumir lo que habita dentro de mí, aquello que oprime dentro de mi pecho y me provoca tal tristeza… A la vez tal alegría. Peor aún que describir un sentimiento es describir muchos interpolándose entre sí, una mezcla de tantas cosas. Entre recuerdos y sucesos, entre besos y despedidas, risas, caricias y una que otra lágrima dejándose escapar.
Se me llena el pecho al recordar, me invade una sonrisa al pensar que pudimos estar; que, aunque sea por un instante, nuestras vidas se pudieron cruzar y llenarnos de risas y experiencias mutuas; de abrazos, besos y caricias; de conversaciones típicas, triviales e intercambios de opiniones controversiales.
Me destroza el descubrir que ahora me toca verte partir, no quiero decirte adiós; me fascina tanto todo, que quisiera tomarlo fuertemente y jamás soltarlo… Pero sé que no funciona así. Llegó el momento de decirte adiós y ahogarme entre recuerdos, disfrutarlos y de vez en vez llorarlos. Me queda claro que, al menos por ahora, eso es lo correcto por hacer… Lo que vendrá después, ya no lo puedo saber, pero ahora aceptar esto es.
Pero te quiero, te quiero tanto que me hace feliz que puedas conocer a alguien más; en mi egoísmo (quizás), deseo que no te guste de verdad, que no llene tu piel, que no invada en tu alma y que regreses a mí… Definitivamente es algo que no puedo negar. Pero, si las cosas no son así, si te llegas a enamorar de verdad y ella puede darte todo lo que tú necesitas, entonces quiero que seas feliz y quiero ser feliz contigo por eso. Porque eres extraordinario, porque conjugas perfectamente todo lo que, al menos yo, podría querer; la sonrisa más bella que he visto, un corazón profundo y noble, una mirada pícara, pensamientos y creencias sólidas… En fin, eres extraordinario.
Por ahora, simplemente me queda la tranquilidad de haberte disfrutado por completo el tiempo que me fue posible; saber que me di a ti sin reservas, sin restricciones y sin medida, porque eso era exactamente lo que yo deseaba.
Espero que regreses, pero, si no regresas… Espero que hayas podido disfrutar de mí tanto como yo pude disfrutar de ti. Pero, sobre todo, espero que seas sumamente feliz.
Pero aquí me encuentro esta tarde de abril tratando de resumir lo que habita dentro de mí, aquello que oprime dentro de mi pecho y me provoca tal tristeza… A la vez tal alegría. Peor aún que describir un sentimiento es describir muchos interpolándose entre sí, una mezcla de tantas cosas. Entre recuerdos y sucesos, entre besos y despedidas, risas, caricias y una que otra lágrima dejándose escapar.
Se me llena el pecho al recordar, me invade una sonrisa al pensar que pudimos estar; que, aunque sea por un instante, nuestras vidas se pudieron cruzar y llenarnos de risas y experiencias mutuas; de abrazos, besos y caricias; de conversaciones típicas, triviales e intercambios de opiniones controversiales.
Me destroza el descubrir que ahora me toca verte partir, no quiero decirte adiós; me fascina tanto todo, que quisiera tomarlo fuertemente y jamás soltarlo… Pero sé que no funciona así. Llegó el momento de decirte adiós y ahogarme entre recuerdos, disfrutarlos y de vez en vez llorarlos. Me queda claro que, al menos por ahora, eso es lo correcto por hacer… Lo que vendrá después, ya no lo puedo saber, pero ahora aceptar esto es.
Pero te quiero, te quiero tanto que me hace feliz que puedas conocer a alguien más; en mi egoísmo (quizás), deseo que no te guste de verdad, que no llene tu piel, que no invada en tu alma y que regreses a mí… Definitivamente es algo que no puedo negar. Pero, si las cosas no son así, si te llegas a enamorar de verdad y ella puede darte todo lo que tú necesitas, entonces quiero que seas feliz y quiero ser feliz contigo por eso. Porque eres extraordinario, porque conjugas perfectamente todo lo que, al menos yo, podría querer; la sonrisa más bella que he visto, un corazón profundo y noble, una mirada pícara, pensamientos y creencias sólidas… En fin, eres extraordinario.
Por ahora, simplemente me queda la tranquilidad de haberte disfrutado por completo el tiempo que me fue posible; saber que me di a ti sin reservas, sin restricciones y sin medida, porque eso era exactamente lo que yo deseaba.
Espero que regreses, pero, si no regresas… Espero que hayas podido disfrutar de mí tanto como yo pude disfrutar de ti. Pero, sobre todo, espero que seas sumamente feliz.
Escrito por: Cecilia Abreu
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