Me encanta escribir.
Esta libertad que me otorga escribir unas cuantas palabras,
poder expresar mi pensar y sentir sin atadura alguna.
Y me disculpo con todo aquel que escriba
por decir esto,
me disculpo conmigo misma;
pero he llegado a la conclusión de que es imposible escribir sin limitar,
al menos lo es cuando hablamos de sentimientos.
Para escribir, es necesario definir y esto implica poner límites;
dichos límites distan de lo que un corazón verdaderamente puede llegar a sentir.
No es que las palabras sean deshonestas,
no es que las palabras no tengan sentido
o no cumplan su función.
Es, sencillamente,
que los sentimientos,
las emociones,
son fascinantemente desbordantes
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