Era un día cualquiera, cuando el COVID-19 atacó la tierra, aunque algunos le llaman Coronavirus, así, a secas. Llegó con más de una corona, un villano verde y poderoso, esa clase de villano pegajoso... que se niega a desaparecer. Una especie de Hydra, a quien le cortas una cabeza y obtienes dos. Comenzó a multiplicarse, dejando su rastro verde por doquier, pasando del suelo, a la cabeza y de la cabeza a los pies; de un lado para otro, de las manos a los ojos y de unos a otros, pronto se convirtió en tos. Claro, como en toda historia, del villano todos buscan escapar; entonces las casas se abrieron, las familias se juntaron y todos se empezaron a resguardar. Tal fue mi sorpresa, al mirar a las familias cantar, reír y jugar; a los tristes encontrarse, a los solos acompañarse... Mientras todos se estaban resguardando, vislumbré a la Tierra danzando. ¡Claro que estaba bailando! Pues el villano de los humanos, fue el héroe del orden natural, la
Pedacitos de mí se describen poco a poco y se van entrelazando como un rompecabezas que me conforma. Me salgo de mi realidad y la siento como si la observara desde fuera, entonces surgen mis letras. Me miro como si alguien más lo hiciera, y entonces, me escribo. Me gusta escribir con sentimientos y pasión, por eso, me agrada mantener mis textos en su primera versión; saliendo del corazón.