El amor no tiene unidad de medida,
y por eso mucha gente se confunde,
acaban midiéndole por horas, días o años.
Llevan la cuenta, la suma de los días compartidos
como un sinónimo del crecimiento del amor.
¿Pero es que acaso el amor se puede medir?
Me parece que no puede medirse con justa intención,
ya puedo escuchar a miles de parejas discutiendo
"¿Por qué tu amotómetro dice que hoy me amas 8 si yo te estoy amando 10?"
"¡Esta semana tu amotómetro marcó 6!".
Puedo imaginar infinitos pleitos como consecuencia de un amor medible.
Pero es que, ¿acaso este consideraría los altibajos emocionales? ¿Los problemas laborales? ¿Las preocupaciones familiares?
A veces amamos en segundo plano.
Amar a una persona no significa entregarte toda, sin que existan ya otras esferas en tu vida.
¿El amotómetro sabría eso?
Imagino que inventar tal artefacto sería un revoltijo tan grande, que la Creadora del universo optó por no entregárnoslo.
Tal vez sí lo creó.
Pero viendo que la humanidad, incluso sin este artelugio podría extinguir el amor intentando medirlo, lo escondió donde no podamos encontrarlo.
Si es que se tomó la molestia de crearlo.
Pienso que miró al amor, tan maravilloso, que pronto descubrió que no necesitaba medirse.
Pero eso sí, lo haría arder en el corazón como un chocolatito caliente en medio del frío, porque sí se podría sentir.
Haría que lo encontremos en abrazos, besos, apapachos infinitos.
Al darse cuenta de que el amor podía sentirse como un hogar, en paz. Supo que medirlo no era necesario y restó ese peso innecesario a la humanidad.
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