La mayor parte de sus imperfecciones, no se encuentra en sus estrías.
Tiene una várice en la pierna izquierda
y mil revoltijos en la cabeza.
Una cicatriz en la rodilla
y muchos planes a la deriva.
Siempre anda ojerosa.
Y tiene granitos por doquier.
Trae el cabello alborotado.
Es muy crédula.
Y casi siempre es enojona.
Además es demasiado impaciente.
Torpe y distraída.
Me sorprendió verla al descubierto,
sin envilecerse por sus imperfecciones;
ni las altamente visibles,
ni las que solo ella conocía.
No sintió vergüenza de sus heridas,
ni tampoco de sus caídas.
Y eso, fue precisamente,
lo que me hizo verla hermosa.
Entonces, hoy te miro y te pido que
no te avergüences de tus imperfecciones.
Son la arrugas el trayecto que dirige hacia tus ojos,
tus estrías el camino que siguen sus dedos,
tus defectos el impulso para que no te detengas.
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